viernes, 6 de enero de 2017

5º NUEVA ZELANDA


NUEVA ZELANDA

Llegué a Nueva Zelanda en avión a Wellington mientras el furgón llegaba en barco.
Empecé la visita cruzando en barco a la Isla Sur. Esa es la puerta del barco por donde saqué la furgoneta. 

Antes de entregarme el  furgón, le hicieron una revisión exhaustiva con fumigación incluida.

Este era el depósito de alimentos que te hacían tirar antes de entrar en el país, pero yo sólo tuve que tirar en este recinto un bote de miel de abeja
En la aduana era tal la sorpresa y la amabilidad con que me trataron que más parecíamos un grupo de amigos felices, la más joven quiso ser ella la que pasara la inspección. 

 


Bonitas casas de la zona

El primer árbol nada más llegar a Nueva Zelanda era impresionante
En la capital de la isla Sur, visité al cónsul, el Sr. Bartolomé Porta que era catalán y quien amablemente me acompañó en su coche a visitar el parque más frondoso que vi durante ese viaje. Queria darme el telefono y la dirección de Julio Iglesias, pero le dije que ya el año pasado había estado en Miami
                         

 Me pusieron un contacto con un señor retirado que había sido guía y en su coche me llevó a visitar un lugar turístico donde habían figuras típicas de madera. 
                         
                       
Visité el museo Te Papa que acababan de inaugurar, era muy amplio y tenía muchos temas donde elegir, incluso un teatro donde puedes actuar como yo que me puse a bailar sevillanas.
                     
                      
             No existen poblados, las casas típicas sólo están 
                en el museo y alguna otra para reuniones


                    
              
Entrando en Rotorua. Esta ciudad, sobre la meseta volcánica, tiene uno de los campos de actividad geotérmica más agitados del mundo y se encuentra exactamente sobre el Cinturón de Fuego del Pacífico.



La frondosidad de los helechos y vi como se reproducían.

Cruzando un lago, al llegar a la otra orilla, aparqué bajo uno de los helechos gigantes. Puede calcularse su tamaño pues todavía salía desde más abajo de la carretera. 

                               
            Grueso del tronco de un árbol, donde también se       aprecia su tamaño en comparación con mi persona
  
Yendo hacia el faro que está en la punta más al norte de la isla Matakohe, entré a ver el museo de madera, que tenía muchas curiosidades.
Así es como se hacían las casas de madera


Yendo a visitar los Fiordos


Saliendo del tunel.
Visita de los Fiordos en barco

Animales marinos tumbados al sol

Queenstown, un bonita población a la orilla de otro lago, donde disfruté de un refrescante baño.


         Con un grupo de argentinas
Una argentina poniéndome un pin con la bandera de su país
   Bien plantado en uno de sus bellos lagos

Mercadillo
De camino hacia la punta del faro había una playa desierta de 104 km de largo, donde se puede ir conduciendo por la orilla con el agua tocando las ruedas.
 Había un curioso teléfono al comienzo de la playa. 

                       
                       
Autobús lleno de turistas.

Entré en un restaurante donde estaban parados dos autobuses de turistas. Cuando insistí en pagar no quisieron cobrarme y me miraban con cara rara porque no concebían que nadie llegara por su cuenta tan lejos. Así que comí y paseé gratis en el helicóptero que estaba contratado para el grupo.
               
Avionetas preparadas para excursiones.
Rosales al borde de los viñedos. 

Ya en la isla Norte, subí a Napier, población famosa por sus casas. Fue destruida por un volcán en 1932 y reconstruida luego al estilo Art Decó.


Taupo está situada al borde de un lago con cisnes. Es obligatoria la visita a la cueva de las luciérnagas.
Boca de geiser, soltando agua hirviendo en la misma puerta de un hotel
El primer geiser entrando a Rotorúa del que aprovechan su energía.
Con una nativa de Nueva Zelanda en un museo de artesanía

De regreso a Auckland dormí por fuera de una casa. La mujer me dijo que su marido era policía. El niño muy avispado salió con una linterna para ver el furgón por dentro. Me invitaron a cenar e insistían en dejar abierta la puerta por si de noche quería entrar al baño, ya que no acepté dormir dentro de su casa. 

Vista de AUCKLAND



                             
En Auckland conocí a la intérprete de la Agencia Martítima, Carmen, que junto con su marido Denis y una amiga me hicieron una cena, eran chilenos.

De regreso a Auckland me esperaban en casa Carmen un grupo de amigos chilenos con una barbacoa



Esa noche me quedé en casa de Carmen y al día siguiente me llevaron al aeropuerto para volver a Australia


                     



1 comentario:

  1. Admirable, increible y envidiable, espero tener esas ganas y valentía para hacer algún día lo mismo.

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